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Mi mamá y las velas

DonVix

October 8, 2021

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Siendo yo un niño, entre 1980 y 1986, viví con mi familia en tres diferentes municipios del estado de Guanajuato, en México. En todos ellos, un rasgo constante de nuestra vida cotidiana fueron los “apagones”, esto es, las fallas en el suministro eléctrico.

En los primeros años de esa época, los apagones solían ser esporádicos y súbitos; no había un momento determinado en el día o la noche para que sucedieran, ni tenían la misma duración de un evento a otro; se presentaban sin más, arruinando las actividades de todos en la casa: las labores domésticas, si sucedían por las mañanas; las tareas escolares, si sucedían al anochecer; el entretenimiento que proveían la radio y la televisión, y la seguridad que representaba la luz de los focos, en la calle y el hogar. Si esas fallas se presentaban cuando la luz del día había menguado, mi madre buscaba por la casa alguna vela para encenderla, y tener así algo de luz.

Con el paso de los meses, esas fallas súbitas en el suministro de energía eléctrica se volvieron tan frecuentes, trastornando en forma relevante las labores de tantas personas, que el responsable del suministro, el gobierno federal (a través de la Comisión Federal de Electricidad, CFE) decidió programar los “apagones”: al mediar la tarde, todos los días, cesaba el suministro de energía; aquello no era una solución, pero permitía al gobierno ajustar la gran demanda de energía, a su limitada capacidad de generarla, mediante el mecanismo de dejar sin servicio, diariamente, amplias zonas del territorio nacional. Para esa época, mi madre ya tenía gran cantidad de velas distribuido por nuestra casa, para poder echar mano de ellas con certeza y prontitud.

Esos “apagones” programados se debían, pues, a que la empresa encargada de generar la electricidad, no podía crecer al ritmo que exigía el desarrollo del país, y el de su sociedad; el México de los años 60 y 70 había provocado el surgimiento de una amplia clase media, totalmente urbana, que requería energía para trabajar, comunicarse y divertirse. Se trataba de un sector social que podía adquirir electrodomésticos, y estos requerían energía eléctrica para funcionar; se trataba también de personas que trabajaban durante el día, muchos de ellos en forma más intelectual que física, y al anochecer no les bastaba con llegar a casa y sentarse a ver el cielo, sino que querían divertirse, experimentar Y CONSUMIR, y todo ello requería de un suministro de energía suficiente. Los “apagones” programados hicieron evidente que al gobierno mexicano de finales de los años 70 y principios de los 80, su sociedad le quedó grande, y por eso tuvo que ajustarse programando “apagones”, para luego rendirse ante la evidencia y empezar a invertir recursos en forma suficiente, para abastecer de energía eléctrica a todo el país.

Poco después, las reformas económicas y políticas que se llevaron a cabo a finales de los años 80 y principios de los 90, hicieron necesaria una cantidad aún mayor de ese insumo esencial, la energía eléctrica, y los gobiernos así llamados “neoliberales” comprendieron y aceptaron que ninguna empresa pública podría, por sí sola, abastecer tanta energía. Fue así como vimos, año tras año, sexenio tras sexenio, de 1990 a 2018, una mayor apertura para que aparecieran nuevos participantes en el mercado energético, normalizando el suministro, ampliando las capacidades del país, cuidando al medio ambiente, y permitiendo mayor libertad de elección para los consumidores. En algún momento de esos felices años, mi madre desechó sus velas sonriendo: ya no las necesitaba… los “apagones” eran cosa del pasado.  Y así fue hasta hoy.

Ahora, y desde que inició este pésimo gobiernito federal, los “apagones” han vuelto. Andrés López y su pandilla de ladrones han suspendido el mantenimiento a la infraestructura eléctrica existente, y han dejado de invertir para desarrollar más; han extorsionado a empresas privadas que generan electricidad, y a otras les han incumplido los contratos, buscando que todas abandonen nuestro país; hoy, con una ridícula reforma energética, pretenden que la CFE vuelva a ser, como en los años 70 y 80, la única encargada de generar la energía eléctrica. López y sus secuaces quieren regresarnos a la época de la insuficiencia energética, del nulo desarrollo, de las carencias y el desempleo. López y sus cómplices nos quieren frenar, empobrecer y someter. Pero no será así.

Esta mañana mi madre me preguntó si deberíamos conseguir algunas velas, por si acaso los “apagones” vuelven a ser programados diariamente. Su semblante era de tristeza y frustración. Yo le respondí que no: que este México ya es otro, y que ella ayudó a alumbrarlo. Le dije que ahora nos toca a mis hermanos y a mí, combatir a un gobierno federal torpe y vil. Le dije que tenemos socios y amigos para apoyarnos… que estaremos bien, y ya nunca faltará la luz.

Ahora trabajo para ello. Por mi mamá, y por todas las mamás del mundo; y por todos los hijos, y por todos los nietos, incluidos los que aún no nacen: México es amplio y fuerte, y no puede ser frenado por un bulto de mierda que alguien arrojó a las puertas de Palacio Nacional. Juro que no.

DonVix

Soy Donvix y quiero saber. Me pregunto cosas sobre temas cotidianos, porque temo perderme de algo útil que esté sucediendo justo frente a mí. A veces logro encontrar una respuesta y, cuando lo consigo, es aquí donde las conservo y las comparto: los que también quieren saber me ayudan, y los estúpidos se enojan. Yo disfruto a ambos.

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