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Pasan los días y se acerca más y más la elección del 2024. Avanza el calendario y ansiosamente buscamos respuestas, buscamos algún personaje al cual adherirle nuestros problemas y dárselo para que los resuelva.
En redes sociales las encuestas siguen circulando y en todas nos ponen “a escoger” entre “distintas opciones”. Los medios, las columnas y las discusiones en redes sociales se enfocan en tratar de adivinar el futuro y ver si nos topamos por ahí con una “gran figura” electoral.
Sin embargo, hay en todo esto un elemento muy importante y que desde la elección del 2021 se ha venido agravando. Me refiero al rol que está pretendiendo “jugar” la media naranja (Movimiento Ciudadano).
Sí. Los mismos que en estos días se sentaron con la dirigencia del Partido Comunista de China a dialogar y que en 2018 fueron en alianza con el PAN y el PRD.
Me parece que aun cuando los números y la realidad indican que lo más saludable sería la integración de una alianza opositora, el Movimiento Naranja dejará patente su condición de partido satélite del régimen argumentando una supuesta agenda “ciudadana”. Beneficiando así al eventual candidato de Morena en la elección presidencial y, por tanto, tendrá un efecto en cascada en el resto de las elecciones de junio de 2024.
¿Tiene razón Dante Delgado en apostar todo a la construcción de “una opción no polarizante”? En el fondo, el MC apuesta por captar el voto de descontento de los 4 jinetes del Apocalipsis: MORENA, PAN, PRI y PRD.
Sin duda es una decisión pragmática -aunque no sé hasta donde sea inteligente- porque estamos en un escenario de muy alto riesgo.
Nuestro sistema político-electoral está por enfrentar (otra vez) en la elección de 2024 a un movimiento político caudillista, autoritario y populista el cual no conoce ningún limite ni rubor y nos tiene en un jaque destructivo.
Sí, ya sé que ni el PRI, ni el PAN ni el PRD son precisamente referente de nada últimamente pero es lo que hay para trabajar.
Sin embargo, una cosa sí puedo asegurar: nuestra democracia está frente a una seria amenaza. Las elecciones como las hemos conocido en los últimos 35 años están en grave riesgo de ser destruidas.
Así que hay irse con cuidado y darle vuelta a la página. Hay una gran posibilidad de construir con lo que se tiene hasta ahora y más aún con aquellos votantes que se abstienen de ir a las urnas.
No podemos seguir esperando ganar con los mismos votantes de siempre.
Avancemos porque capaz que nos quedamos con la mitad de nada y pelando naranjas en la búsqueda incesante de una gran alianza opositora que incluya un escenario dantesco.