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Ya han pasado cinco años desde la derrota de Acción Nacional en 2018. En esos mismos años se ha desarrollado además la dirigencia nacional de Marko Cortés en el partido. Todo ha sido pérdidas, no ha habido corrección ni reinvención ni reimaginación del rumbo a tomar. Justo lo mismo le sucedió al PRI de Baja California en 1989 cuando perdió por primera vez una gubernatura. Y solo para ilustrar lo que ha sucedido: la dirigencia de Cortes únicamente ha podido ganar con candidatas panistas en las gubernaturas de Aguascalientes y Chihuahua, todo lo demás ha sido una sangría permanente de votos. Pues bien, para coronar el desastre, Cortés hace días tuvo la genial idea de publicar un acuerdo firmado con Alito Moreno y Manolo Jiménez-gobernador de Coahuila- y que reclamaba que no le cumplieron. ¿Qué denunciaba el líder panista? Notarías, direcciones de escuelas y oficinas de recaudación, entre otras cosas. No reclamaba la construcción de un plan de gobierno de coalición, reclamaba el pago del botín. Por supuesto, en el contexto de alianzas electorales es totalmente normal negociar posiciones en la boleta electoral, se contemplaban en el acuerdo publicado, es totalmente comprensible, pero ¿negociar hasta direcciones? Fue lastimoso atestiguar al presidente nacional del PAN rogándole a su supuesto aliado que le cumpla lo acordado.
Pienso y no encuentro una respuesta a la siguiente pregunta: ¿En qué momento el Partido Acción Nacional, institución que tuvo la capacidad de consolidar una gran alianza con la sociedad durante décadas, pasó de tener como presidentes del Comité Ejecutivo Nacional a personajes como Adolfo Christlieb Ibarrola, Luis H. Álvarez o Carlos Castillo Peraza a un personaje insignificamente como Marko Cortés? ¿En dónde ha estado metida la militancia panista que han permitido la destrucción sistemática de esta institución política? Hubo épocas donde el panismo era reconocida como una etiqueta social que era sinónimo de congruencia, de integridad e inteligencia. Hoy, el partido está abandonado y encabezado por un personaje que se caracteriza por su ineptitud, su falta de capacidad de negociación, su nulo liderazgo. Eso sí, como controla al Consejo Nacional ya se autopremió con el número uno de la lista de senadores. Es decir, ya se garantizó seis años más de dolce vita sin importar si gana o no Xóchitl Gálvez. Cabe preguntarse: ¿dónde están los consejeros nacionales que no le han pedido la renuncia a Marko Cortés? Muy probablemente disfrutando también de la dolce vita. Vaya falta de responsabilidad política con los votantes.
Sin embargo, también es cierto que el fallido liderazgo de Marko Cortés es reflejo de una decadencia que transita el partido desde las dirigencias de César Nava y Germán Martinez, quienes cedieron a los caprichos y atropellos del entonces presidente Felipe Calderón y dañaron la esencia de la institución. Vamos, esta historia de declive no es nueva, pues hace tiempo hay un extravió en la institución y se encamina a ser lo que Luis Felipe Bravo Mena dijo alguna vez, lo parafraseo: si nos enfocamos solo en lo electoral el partido terminará siendo un cascarón.
Qué circunstancia tan peligrosa atravesamos sin opciones políticas serias, sobrias y prudentes. Y aquí le hago un llamado a usted que me lee, mientras la ley no diga otra cosa, solo a través de los partidos polìticos podemos llegar a la boleta. Y también a entrarle a abrigar y fortalecer la candidatura de Xóchitl Gálvez, pues ella -sin ser perfecta porque nadie lo es- representa la única oportunidad que tenemos de continuar viviendo en un país donde las instituciones nos sirvan a los ciudadanos. Ciertamente, no vivíamos en una República grandiosa, pero en comparación a la destrucción actual, sin duda éramos un mejor país. De manera que mientras Cortés no renuncie, se convertirá un lastre cada vez más dificil de explicar y con ello él le traslada el costo político a ella y su campaña. Más aun cuando ella ya públicamente dijo que reprobaba un acuerdo de esa magnitud.
Por último, hago un llamado tambien a los panistas: esta es la hora para que vuelvan a ser valientes y bravos para que recuperen a la institución, no para que siga capturada por otra camarilla política, sino para llevar al partido a su origen fundacional: ser una institución que promueva una patria ordenada y generosa y al servicio de México. Ya no hay más tiempo.