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Transitamos por una época de un creciente abandono de las instituciones y de valores políticos que dan cohesión a una sociedad. Si hace 30 años las diferencias ideológicas entre partidos y militantes eran muy marcadas y le permitían a los votantes distinguirlos claramente, hoy la única certidumbre es que los políticos cambian de principios conforme cambia el día. Todo ello se ha traducido en una clase política que no tiene ninguna definición ni firmeza ideológica, y básicamente todos los partidos políticos proponen lo mismo. El pensador Zigmund Bauman ha definido nuestra época con el concepto de tiempos líquidos, a fin de referirse a una posmodernidad que es laxa y cambiante, frente a la modernidad monolítica y de certezas.
Baja California es una región política muy sintomática de este abandono de la certeza. Vivimos en un claro abandono ante la ausencia de liderazgos políticos coherentes que tengan una visión de Estado para orientar el desarrollo y el progreso.
Viendo en retrospectiva que fue en el gobierno de Francisco Arturo Vega de Lamadrid, panista, cuando perdimos el rumbo. Populista de derecha, su quehacer político degradó a Acción Nacional como una opción de gobierno y con ello terminó de romper los acuerdos entre los grupos políticos estatales, aunado al descontento social, y ello resultó en una migración masiva de militantes -y de movilización territorial- para dar forma a un nuevo pacto local que puso a MORENA al frente del poder político en el estado. Solo es cuestión de seguirle la pista a priistas y panistas tránsfugas que ahora se ha descubierto de corazón guinda. Chaqueteros pues, chapulines de baja ralea.
¿Qué tenemos ahora? Una entidad donde de los cinco alcaldes no hay nada que destacar la acción de alguno de ellos. Una gobernadora totalmente ausente que vive posando en redes sociales. El PRI en la entidad prácticamente está desaparecido. El PRD no existe. Y el PAN se entretiene pintando bardas con su campaña de “azúlate”. Es decir, todo mundo está en la espectacularización de lo político, y en la inmediatez de los likes. Nadie tiene una visión de Estado para construir y mejorar.
Mientras tanto, las condiciones de vida en Baja California están en franco declive y prácticamente toda la acción de gobierno se reduce a las dádivas y compra de conciencias. Como nunca antes, hay corrupción; como nunca antes, los servicios públicos son malos; y como nunca antes, no hay nadie ejerciendo la autoridad.
A pesar de este panorama de incertidumbre, el mensaje de la clase política es claro pues le están diciendo a los ciudadanos: no podemos, no sabemos y no queremos.
¿A qué voy? Que tenemos frente a nosotros la oportunidad de construir un país de ciudadanos, donde nos pongamos de una vez por todas, por encima de los intereses partidistas. La única ruta es comenzar a dialogar y presionar a todos los partidos políticos para atiendan la agenda de lo que sí queremos, y ésta debe estar lo más lejos posible de las camarillas partidistas.
De verdad, lo único cierto es la incapacidad evidente de la clase política para gobernar lo cual se manifiesta en una silla vacía que necesita ser ocupada.
Comencemos a actuar, no dejemos en manos de políticos de baja estofa nuestras ciudades, nuestros estados, nuestro país.