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Es hora, tenemos que hablar. Sucede en Baja California una situación sumamente grave en la que todos hemos sido omisos, por conveniencia o por negligencia, y ya nos ha rebasado, nos está desbordando. Si bien hay una autoridad formalmente establecida lo cierto es que nadie gobierna en Baja California.

Sí, hay quien administra edificios, oficinas -y muy particularmente las redes sociales- hay un “funcionamiento” del gobierno estatal y se da la apariencia de que las cosas “caminan”. Sin embargo, eso no significa que haya un gobierno que cumpla en toda la línea sus tareas pues la persona responsable está ausente, y quienes participan como sus funcionarios públicos no atinan a administrar correctamente el área que les toca.

Vamos por partes para tratar de entendernos. En una sociedad relativamente estable se tendría la expectativa de que, al surgir un gobernante de las urnas tomará las riendas del gobierno y hará las tareas que le tocan. Eso sucedería en una normalidad.

Con el pretexto de que fue electa en las urnas “por el pueblo”, Marina del Pilar Ávila no ha terminado de entender y ejercer las tareas que le corresponden y prefiere “gobernar” en ausencia. Aunque si lo analizamos detenidamente y a la distancia, en realidad lo que sucedió en 2021 es la conjunción de una serie de grupos políticos que operaron a su favor y en el cual se encontraron actores de todos los colores y sitios del espectro político.

¿No me cree? Vea la integración de su gabinete y los diversos nombramientos de servidores públicos. No pocos de ellos, habían sido miembros del “viejo régimen” y hoy recién se han puesto la guinda y son “obradoristas” consumados. Por su afiliación política, la gobernadora se distrae en temas que no le corresponden o ¿a usted le sirve ver a la gobernadora de porrista en el zócalo en la Ciudad de México? ¿Exactamente qué problema resolvió verla caminando con su hija?

Lo más grave del asunto es que si le quita usted de su discurso las referencias al presidente Andrés López, ella se queda sin ideas. Si lo piensa un poco, se dará cuenta que no tiene muchas ideas propias, y más bien se la ha pasado colgada del guión básico: la cuarta transformación, la cuarta transformación, AMLO, AMLO, y… ya.

Y mientras sufrimos de robos y extorsión, la gobernadora coloca a su esposo en la oficina de “asuntos estratégicos” y no cobra honorarios.
Mientras hay un sector de la sociedad que reclama la solución al tema de títulos de propiedad y bloquea la carretera Tijuana-Tecate (por casi 48 horas sin ninguna reacción oficial), la gobernadora se la pasa en Ciudad de México con las corcholatas, que viven pensando en cómo ganar el favor del presiente para ser nombrados candidatos (y en una de esas ella misma verse favorecida).

Mientras sufrimos cotidianamente en la relación con los Estados Unidos haciendo largas filas para cruzar a diversos asuntos, la gobernadora publica alguna porra en alusión al presidente.

Mientras sufrimos las calles con baches, la gobernadora nombra a su esposo en la oficina de asuntos estratégicos sin cobrar un sueldo, y quien según trabaja ¿sin cobrar?

Es evidente que en Baja California es urgente buscar a una persona que sí tenga tiempo y ganas de gobernar nuestra entidad. Lo que hemos visto en casi año y medio de gobierno de la administración de la Mtra. Ávila Olmeda es un desdén por la administración pública y cree que gobierna se trata de publicar fotos y videos de sus hijos.

Lo más grave es que con todo y su desastre, los grupos y élites (políticas, empresariales y sociales) no atinan a reagruparse para presentar una alternativa. Todos prefieren navegar de muertitos y ver qué migajas surjan de la oficina principal del Centro Cívico de Mexicali para cacharlas. No hay crítica, no hay propuesta, no hay acción. Esta mediocridad reinante en Baja California no es buena noticia.

¿Los ciudadanos vamos a continuar en la omisión y hundidos en la mediocridad? ¿o ya vamos a actuar?