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Uno de los fenómenos más llamativos e interesantes en la Historia es la biografía. Durante varios siglos fue el género preferido de muchos pensadores e historiadores, mediante el cual destacaban los virtudes de personajes históricos, de forma particular con militares, monarcas y caudillos. Con la ruptura provocada por la llamada Escuela de los Annales, la biografía cayó en desuso para darle voz a los actores que durante mucho tiempo no habían tenido incidencia en la escritura de la historia.

En mi caso, la biografía me ha permitido comprender y explicar de mejor manera las dimensiones del escenario político en Baja California. Hace algunos días, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda hizo una publicación en Facebook reconociendo que su esposo, Carlos Torres Torres, era muy querido en Tijuana por su vocación en el servicio público y por cambios que ha realizado en favor de la gente. El posts sería uno más en redes sociales si no fuera porque él formó toda su trayectoria en el sector público siendo panista. Entonces ¿fue contradicción, abierto cinismo, conveniencia?

Una breve biografía de él nos remite a lo siguiente:

• Desde adolescente participó en campañas electorales por el PAN.
• Su entonces cuñado, Héctor Osuna Jaime, fue alcalde panista en Tijuana.
• Logró ser Secretario de Acción Juvenil en Baja California.
• Luego Secretario Nacional de Acción Juvenil.
• Entre 1998 y 2001 dirigió el programa de juventud del Ayuntamiento de Tijuana.
• Fue miembro de la LX Legislatura como Diputado federal de representación proporcional entre 2006 y 2009.
• En 2010 fue el candidato de Acción Nacional a la alcaldía de Tijuana, cabe destacar que en la asamblea panista logró la nominación en la primera ronda. Por cierto, perdió dicha elección.
• En 2013 fue Director General del Seguro Popular en la entidad.
• En 2016 fue electo diputado local en la XXII Legislatura de Baja California.

En términos generacionales, Carlos Torres representaba en el PAN de Baja California el relevo más natural junto a otros panistas contemporáneos. Sin embargo, previo al proceso electoral de 2019 envió a Marko Cortes una carta en la que solicitaba licencia para no participar en la campaña por motivos personales. Una vez pasada la elección del 2019, fue un actor clave para aprobar la reforma que permitiría (ilegalmente) la ampliación de 2 a 5 años de la gubernatura de Jaime Bonilla Valdez. Luego de este episodio fue expulsado el PAN junto con el resto de los diputados locales panistas que habían votado la citada reforma. Finalmente, en septiembre de ese mismo año se casó en segundas nupcias con la Mtra. Marina del Pilar Ávila Olmeda, quien había resultado electa alcaldesa de Mexicali y, a partir de 2021, gobernadora de Baja California. Una vez que ella asumió la gubernatura, lo nombró como responsable de la oficina de proyectos estratégicos, con la aclaración de que lo haría de forma honoraria. No ahondaré en el claro conflicto de interés.

Si somos francos, en realidad el problema de la conversión de los actores políticos no lo es para ellos, en todo caso son reflejo de una sociedad omisa y complaciente que poco o nada exige de su clase política, ni siquiera un poco de congruencia. Y en esa omisión permiten la formación de camarillas y facciones que son tan nocivas para la vida pública.
Como decía al inicio, la biografía nos permite hablar de una evidente conversión partidista debido más a una noción mal entendida de lo político, en la cual prevalece la intención de ganar por encima de todo.

Aclaro, todos podemos cambiar de opinión a lo largo de nuestra vida, es totalmente entendible, el problema es cuando una decisión contraviene nuestra trayectoria. Me parece un gran ejemplo de muchas conversiones políticas que vimos en 2018, ahí están también Germán Martínez Cázares y Manuel Espino para reafirmarlo. El gran problema de los conversos políticos es que tienen que justificar todo el tiempo su nueva devoción política y, sin embargo, nunca terminan por convencer a nadie.