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Entramos ya al cuarto año de la actual fallida administración federal en México. A estas alturas no debe ser tema de debate que el gobierno que encabeza Andrés López es un desastre rotundo. Piense en cualquier tema, elija y encontrará resultados que van de malos a pésimos. Si mira enfrente, la oposición sigue aún en la conmoción de la sacudida del 2018 y con la inercia relativamente positiva del pasado mes de junio y sin muchos incentivos para moverse. Visto así, pareciera que el horizonte es la desesperanza.
Ante este escenario ¿que nos queda por hacer a usted y a mí? Hagamos unos números. Faltan 881 días para la próxima elección presidencial en México, marcada para el domingo 2 de junio de 2024. Sin embargo, el tiempo para la acción es aún más corto pues de aquí al 1 de enero de 2024 ya debimos haber procesado un método ciudadanizado para tener una candidatura presidencial fuerte, sólida, legítima que se sustente en un proyecto de regiones nacionales que tenga una buena oportunidad de ganar. Además, se requieren 32 formulas de senadores y 300 diputados por mayoría. De dichas candidaturas depende lo que suceda con este país en los próximos 50 años. Para cumplir con ello nos quedan entonces 730 días y contando. En caso contrario, si esperamos a enero de 2024 para empezar a ver cómo le vamos a hacer, poco podremos incidir en esa elección.
¿Que es difícil? Sí, y mucho. Más porque con todo y los avances democrático-electorales de los últimos 35 años, nos hemos quedado cortos en el tema de ciudadanía, pues nos conformamos con garantizar que los votos se contaran bien pero no dimos el paso más importante: construir un país de ciudadanos activos y atentos. Me parece, en ese sentido, que ahí hay una pista para este proyecto de regiones nacionales de las que le hablaba en el párrafo anterior.
Para nuestra fortuna, hay un ejemplo que puede ser útil. Vicente Fox inició su campaña presidencial en julio de 1997, justo el día de la elección intermedia del sexenio de Ernesto Zedillo, y no se detuvo sino hasta el 2 de julio del 2000 cuando ganó la elección. ¿Cuáles son los elementos valiosos de esa experiencia? desde mi punto de vista al menos dos: primero, la candidatura foxista lo fue a pesar de las reservas de muchos panistas y de su estructura partidista y, segundo, que se construyó desde un grupo de la sociedad civil. Obviamente, los resultados de ese gobierno serían materia de otro texto.
La provocación a la que lo quiero convocar es que tomemos ya la iniciativa y nos apropiemos de los partidos de oposición a fin de hacerlos útiles para nuestra causa. La consiga es muy sencilla: ¿Quieren votos en 2024? necesitamos sus espacios (que por cierto pagamos con nuestros impuestos) para candidaturas que se deberán construir desde la sociedad civil. Imagine, solo como ejemplo, que las candidaturas a las que me refería anteriormente surjan de elecciones primarias abiertas convocadas por la sociedad a través de los partidos políticos de oposición. A eso agréguele otras tantas candidaturas locales para gubernaturas, ayuntamientos, diputaciones locales y regidurías. Y quiero aclarar, no habla solamente de candidaturas de empresarios (porque en muchas ocasiones ahí se queda la idea de “la sociedad civil”), hablo de candidaturas que representen el mosaico de diversidad que es este país pero unidos en una serie de causas comunes locales que usted y yo debemos de proponer. Ya dimos pasos firmes para la construcción de una democracia (nacional) mexicana, ahora hay que hacerla posible desde las regiones.
Por último, y con el afán de compartir una curaduría musical, me permito dejarle este corrido que se titula “se les peló Baltazar” y en una de sus estrofas dice: “solo el que carga el morral le sabe su contenido” en obvia referencia al compromiso que tenemos que cumplir en estos dos años que ya están corriendo.
