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Han pasado ya las elecciones del domingo 4 de junio en Coahuila y el Edomex, y que se deben entender en el contexto del proceso electoral general del 2024. Los resultados se pueden leer de mil maneras, podemos revisar porcentaje por porcentaje, sección electoral por sección electoral, comparar con la elección anterior y un montón de datos que, sin duda son importantes, pero no pueden disfrazar el dato concreto: la alianza opositora, sostenida por las dirigencias nacionales del PRI, PAN y PRD, ganó en Coahuila y perdió en Edomex.

Lo voy a poner tan cristalino como agua purificada: los 3 líderes nacionales de los partidos de oposición están sufriendo el síndrome del castrado electoral por el que transitó el PRI de Baja California cuando sucedió la alternancia en 1989. Sus liderazgos fueron perdiendo el ímpetu de ganar y el partido terminó secuestrado por camarillas que se fueron turnando las dirigencias y administrando las migajas. Ciertamente, el PRI se mantuvo competitivo frente al PAN, incluso ganó muy bien en las elecciones municipales de 2004 y 2010, pero nunca más pudo recuperarse.

Es decir, el PRI se volvió un partido mediocre cuando perdió el poder y ya no pudo recuperarlo. Así, el PAN dominó electoralmente en Baja California durante 30 años, en gran medida por la labor opositora que cultivó en la entidad por décadas más una serie de perfiles ciudadanos como el de Ernesto Ruffo Appel y otros tantos más. Sin embargo, la victoria permanente provocó una regresión política en Acción Nacional y se rompió la alianza con los ciudadanos pues los intereses de los grupos políticos obstaculizaron la intervención ciudadana. Es decir, en Baja California el sistema político se dañó de partiditis.

Quebrada la alianza de la alternancia en 1989, partir del 2018 inició una migración de liderazgos, militantes y estructura electoral del PRI, PAN y PRD a MORENA, todo ello como parte de un nuevo acuerdo de grupos políticos en la entidad y que se dedicaron a revitalizar a los viejos priístas desplazados que ahora volvían a la vigencia con el partido guinda. El mejor ejemplo fue ver al ex gobernador morenista Jaime Bonilla Valdez reivindicando al ex gobernador priísta Xicoténcatl Leyva Mortera, defenestrado en 1989. Mientras que los verdes y los petistas simplemente se alinearon con la nueva coalición dominante, de nuevo partiditis.

Así, la mayoría de los votantes de Baja California convencidos del relato del demonio del PRIAN le han dado triunfos en 2018, 2019 y 2021 a un partido que, en lo fundamental, ha cobijado a líderes y militantes del “PRIAN” so pretexto de derrotar al “PRIAN”.

La elección del 2024 implica entonces un gran reto para los ciudadanos. Si queremos seguir avanzando en llevar a México al futuro, en tener un país en el que valga la pena vivir, vamos a tener que salir ya, muy bien organizados, a condicionar a todos los partidos con nuestra acción y nuestro voto.

Quedan poco más de 360 días para ello. ¿Cómo vamos a derrotar al síndrome del castrado electoral? Si espera a que Alito, Cortes o Zambrano tengan algún momento de revelación cívica y abran los procesos de selección interna para los ciudadanos, eso no va a suceder pues para ellos lo más fácil es administrar las migajas que puedan caer de la mesa.

Así que la única manera de que usted y yo podamos incidir es interviniendo directamente en los partidos políticos y esto puede hacerlo en su ciudad y en su estado, ahí es donde somos poderosos. ¿Está usted listo?

P.D.: un grupo de ciudadanos en Baja California ya comenzamos, le comparto un link para que conozca nuestra propuesta, si le es útil, tómela y adáptela: http://consejociudadanoindependiente.org/convocatoria/