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Durante la Edad Media parte de la distracción y la diversión lo proveían los juglares.
Estos personajes iban de pueblo en pueblo cantando, jugueteando y narrando en las plazas. Recurrían a mitos, leyendas o la literatura para cumplir su objetivo principal: entretenerte. Era común verlos también en banquetes de reyes y nobles.
Cabe decir que eran muy populares en una sociedad cerrada y de individuos ajenos en general a los temas públicos. NO era para menos, en la época reinaba la incertidumbre y todo eran creencias y dogmas.
Me permití citar a esta figura para tratar de explicar lo que ha venido sucediendo en Baja California desde hace unos diez años y que se ha exacerbado en los últimos 4 años.
En 2013, Francisco Vega de Lamadrid fue electo gobernador de Baja California -emanado del Partido Acción Nacional-. Se caracterizó siempre por una actitud de bajo perfil técnico, improvisado y populista. Sus pésimos resultados terminaron por abrirle la puerta a MORENA, en la figura de Jaime Bonilla Valdez, quien siempre tuvo una actitud de bravata, dijo una y otra vez que metería a Vega de Lamadrid a la cárcel, pero no cumplió.
Luego llegó Marina del Pilar Ávila, sin ser la favorita de Bonilla, y desde entonces una y otra vez lo vemos a él denunciándola en el Senado de tener acuerdos con el crimen organizado y de ser corrupta, mientras ella le responde en sus conferencias semanales y entrevistas con canciones con estribillos de “ya supérame”, agregado a su carácter banal y superficial.
Por si fuera poco, esta misma semana -ooootra vez- por un tema de seguridad pública la presidenta municipal de Tijuana, Montserrat Caballero Ramírez, volvió a abrir otro round contra la gobernadora Ávila, vía Facebook live, reafirmando sus diferencias que ya datan desde 2021. Y mientras la gobernadora y la alcaldesa pelean, básicamente en la soberbia, la ineptitud e ignorancia, la delincuencia reina en la ciudad y en la entidad.
Eso sí, a ambas les encantan las redes sociales, posar, hacer lives, muchas fotos, pero de gobernar… nada, cero. Y del resto de los alcaldes morenistas ni hablo, y la oposición simplemente nomás observa arrinconada, sin idea y sin cuadros.
Así que mientras la gobernadora Marina del Pilar Ávila canturrea en cada conferencia, el ex gobernador Jaime Bonilla grita bravatas en el Senado y Montserrat Caballero muestra episodios de soberbia con el tema de seguridad en redes sociales, los habitantes de Baja California -que no ciudadanos- permiten estos pasajes, se mantienen ajenos enfocados en otras cosas y sin inmiscuirse ni lo mínimo en la cosa pública por estar distraídos por estos pésimos juglares y escudados en un “todos son iguales”.
Y sí, estamos inmersos en un nocivo círculo vicioso donde los bajacalifornianos no se inmiscuyen en política porque los partidos políticos postulan a los mismos, y éstos lo hacen porque los votantes no se apoderan de ellos para abrirlos a nuevos liderazgos sociales.
Vaya oscuridad que vivimos en Baja California con estos juglares.