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Finalmente se cumplió el capricho presidencial de la revocación, que no era revocación para el régimen sino una ratificación. Todo el proceso, como ya sabemos, estuvo caracterizado por el manoseo y desaseo total de parte del gobierno y sus participaciones. La lista del desastre es larga: el Secretario de Gobernación participando en eventos de promoción de la revocación, lo mismo gobernadores, alcaldes, el propio Mario Delgado en lo suyo acarreando votantes. Todo ello en una clara violación a la ley y, como cereza, el (todavía) Presidente diciendo que su Secretario encargado de la política interior del país no había participado en ningún evento, cuando todos lo vimos. Es obvio que los actores políticos de este gobierno mienten, mienten y mienten. Y con esa acción pretenden enredarnos en un circulo vicioso de posverdad. La distracción permanente como acción de gobierno.
El resultado todos lo sabemos: una participación de alrededor del 18% del total del padrón electoral, y ya en datos duros podemos señalar de manera contundente: de la narrativa aquella de los 30 millones de votos ya nomás quedó la mitad. El Presidente Andrés Lopez y sus acólitos podrán decir misa, podrán maquillar todo lo que quieran su relato, pero el dato contundente es que en 3 años perdieron 15 millones de votos, a pesar de las violaciones a la ley de parte de funcionarios de todos los niveles (acá en Baja California la Gobernadora Marina del Pilar Ávila mostró su boleta electoral señalando cómo votó en un claro delito electoral), el acarreo, la inducción al voto. Tan le dolió al gobierno el resultado, que el mismo Presidente salió el domingo en la noche en un mensaje grabado a decir que aunque obtuvo pocos votos, había obtenido más votos que los que sumó Calderón en 2006. Para el macuspano no importa el desaseo del proceso sino la satisfacción de su ego.
Debemos tener muy claro y presente: la esencia del populismo es destruir y degradar la vida pública. Si por Andrés López fuera, las elecciones podrían resolverse a mano alzada en el Zócalo, no por nada surgió la idea de que una asociación civil pudiera también instalar casillas. Recuerde, para el populista lo mejor que puede suceder es que los individuos dejen de ejercer su ciudadanía, y su ideal es el de una sociedad sin identidad y sin aspiraciones.
Para nuestra buena fortuna, y algo a destacar en todo este caos provocado por el populismo en torno a la revocación de mandato, el Instituto Nacional Electoral ha podido resistir la andanada populista. Tenemos la ventaja de que la la sociedad mexicana sigue viendo con muy buenos ojos y aprueba la gestión del INE y sus consejeros. Sin lugar a dudas, es un elemento de la democracia mexicana que debemos preservar. No olvidemos que en 2023 se renovarán 4 asientos del Consejo General del Instituto, y tenemos que ir preparando la batalla para contar con un órgano electoral independiente.
En resumidas cuentas, este próximo domingo debemos resurgir enfilados a ser una república de ciudadanos. Una vez que se vote la iniciativa de contrarreforma eléctrica que impulsa este gobierno y veamos el conteo en el tablero de la Cámara de Diputados, el resultado debe ser de rechazo definitivo y con ella darle la estocada final a este desastre. A partir del domingo debemos enfocarnos en comenzar a construir el México que debemos tener a partir del 2024.