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Al recorrer la historia mexicana nos podemos encontrar con muchos ejemplos de políticos crucificados. Podemos ilustrar al menos un par de casos recientes con la profesora Elba Esther Gordillo y Rosario Robles Berlanga, quienes tuvieron que pagar la cuota de preso políticos en los sexenios de Enrique Peña Nieto y Andrés López, respectivamente.
Ahora bien, quizá valga la pena revisar casos a nivel regional o local para entender cómo funciona el sistema político mexicano. Quiero compartirle el caso de la Lic. Montserrat Caballero Ramírez, quien actualmente es la presidenta municipal de Tijuana, postulada por MORENA en 2021.
Su ascenso en política ha sido meteórico. Originaria de Oaxaca y residente de Tijuana desde pequeña, Ramírez Caballero pasó de hacer labores de peritaje en la Procuraduría General del estado de Baja California a diputada local cobijada por la ola guinda entre 2019 y 2021, para luego ser electa a la alcaldía de Tijuana.
También es cierto que el fenómeno de ascensos rápidos no es novedoso, en Baja California en los años 90´s, muchos panistas llegaron al poder cobijados por la Ruffomanía, algunos sabían y realizaron una buena labor y otros tuvieron resultados deplorables.
Ahora bien, el caso de la alcaldesa de Tijuana ha sido bastante llamativo por sus continuas declaraciones controversiales. Lo mismo dice en una entrevista en campaña que le encanta tomar cerveza (cuando fue diputada local fue captada en una sesión virtual bebiendo una Tecate light) que decirle al crimen organizado, durante la jornada violenta del 12 de agosto del 2022, que le cobren las facturas a quienes se las deban, generando una gran confusión por “lo que quiso decir”.
A pesar de todo ello, con las recientes lluvias y la consecuente crisis de infraestructura en la ciudad, el pasado jueves 30 de marzo dio una nueva muestra de desubicación, y asomó un resentimiento personal que tiene sin atender (propio de los políticos populistas emanados de MORENA), cuando se peleó con un ciudadano que la confrontaba en una transmisión en vivo en Facebook al responderle: “lamentablemente tuve que venir aquí a ser tu presidenta municipal porque tú no has logrado lo suficiente para ser presidente municipal”.
Respecto de esta frase podríamos hacer un sinfín de interpretaciones, pero lo cierto es que ratifica, una vez más, que no tiene temple ni carácter para sobrellevar las presiones que el puesto implica. Demasiada mecha corta, muy poca inteligencia emocional para administrar la presión.
Sin embargo, todas estas declaraciones pueden quedar como mera pirotécnica, en el contexto de la época homo videns que vivimos, si la contrastamos con su desempeño en el Ayuntamiento de Tijuana, puesto que el problema de raíz es su total falta de experiencia y oficio para conducir una ciudad de la importancia y tamaño de esta frontera.
No dudo que sea una buena persona (todos tenemos muchos matices en nuestra forma de ser), sin embargo, eso no es un elemento suficiente para lograr una buena administración municipal, hace falta un poco más que eso. Por otro lado, todo esto que le ha sucedido lo veo como una gran oportunidad perdida para que más mujeres puedan ascender en política y demostrar que pueden gobernar muy bien.
En fin, abandonada por el ex gobernador Bonilla, confrontada con la gobernadora Marina del Pilar, ninguneada por el presidente Andrés López en su reciente visita a Baja California, y sin grupo político propio, la alcaldesa Montserrat Caballero es muy probable que termine su administración en 2024 sin ningún resultado relevante, y quedará en el imaginario como una persona que desaprovechó una oportunidad por su falta de juicio y carácter.
Claro, para el votante populista es una “gran alcaldesa” pero en la evaluación conjunta sus resultados son muy pobres. Se demuestra otra vez que intervenir en lo público a estas alturas en México, ya no permite improvisaciones y se necesita algo más que aprovechar una racha política. Ella es un cadáver político -aunque no se ha dado cuenta- con un alto costo que pagamos los tijuanenses, y que básicamente es nuestra cruz.
